Crear tu empresa te vuelve como el padre de la misma, y la falta de imparcialidad puede ser común, comprensible y casi justificable. Sin embargo, no lo es así para los demás. Si estás enamorado de lo que construyes es momento de pedir el punto de vista de alguien que no se encuentre involucrado, alguien imparcial que te dé una retroalimentación real. Tus clientes, por ejemplo, son el mejor termómetro ya que pueden ofrecerte soluciones u observaciones para detectar tus áreas de oportunidad.

El llegar cegado por falta de objetividad te puede llevar a perder hasta un posible inversionista, puedes estar demasiado cerrado para entender que tu “hijo” puede ser perfeccionado y perder la oportunidad de lograr lo que quieres.

Emprender es una de las cosas más emocionantes, apasionantes y demandantes. Siempre que se acercan a mí con esta inquietud mi respuesta es la misma, “Hazlo”. Aunque obviamente no queda en eso mi comentario, le doy mi opinión sobre su caso particular ya que el costo de iniciar tu propio negocio, dependerá mucho de quién eres.

Soy consciente que no es sencillo. Lo primero que debes preguntarte es ¿por qué quiero ser un emprendedor? Parece increíble, pero muchos emprendedores dan este paso por la creencia de que deben hacerlo, es decir, de alguna manera tan solo por presión social. Otras, porque creen que es lo que una persona que quiere alcanzar el éxito debe hacer.

Este punto se vuelve preocupante, independientemente del prejuicio que refleja, porque termina siendo un pretexto, no una razón, no una pasión. Mi consejo es que lo que te motive a emprender, sea una razón de fuerza, un sueño que se transformó en una decisión, pues va a exigir todo tu tiempo y cuando te encuentres cansado, es esa pasión la que te permitirá continuar con bríos renovados. Piensa en tu equipo de trabajo, pues no hay nada peor que creer que puedes hacerlo solo, asegúrate de que estén convencidos y motivados de lo que se encuentran construyendo.

La cuestión financiera es, sin duda, uno de los puntos clave, pero es un error muy común pensar que es lo más importante, y creer que contando con una cantidad razonable todo es posible. Un impulso económico debe ser justo eso, lo necesario para impulsarte, no lo necesario para empezar.
Un proyecto sólido tiene una alta probabilidad de encontrar un inversionista interesado. Sin embargo, no debes hacerlo sin reforzarte antes con experiencia y conocimientos del rubro en el que te desempeñarás; muéstrales que posees tracción como microempresa. Demuestra que ya pensaste en ventas, alianzas, ingresos, etcétera.

Buscar a un inversionista es señal de que ya te encuentras dedicando todo tu tiempo a emprender y a estructurar. Debes de hacerte antes algunas preguntas: ¿por qué invertirán en ti, si no estás completamente entregado en redituar la inversión? Si no te encuentras completamente dispuesto y preparado para hacerlo, puede ser contraproducente, ya que la experiencia para encontrar un inversor, te golpeará tanto moralmente como a tu reputación y seriedad como empresa.

Siempre es necesario encontrarse preparado mental, emocional y físicamente. Es triste ver cuando un emprendedor se decepciona por no lograr sus objetivos y tras este traspié l abandonan en lugar de pensar que, si tuviera pequeños ajustes, podría convertirse en algo realmente capitalizable. Es necesario ser muy persistente para alcanzar nuestros propios sueños.